Debemos aprender a cerrar procesos para dar pasos a nuevos proyectos, nuevos retos que nos abran al futuro. Cuando comprendemos que despedirse es tan solo darnos tiempo y espacio para sentir todo lo vivido, experimentado y compartido, aceptamos que todo tiene su tiempo y su momento. Supone agradecer todo lo recibido y dar un paso hacia adelante, hacia lo nuevo. Pero el miedo a lo desconocido nos hace que, inconscientemente, nuestros adioses sean con la boca pequeñita, porque nos cuesta asumir que todo en la vida es efímero y que, o se transforma, mejora o cambia de manera natural, o se convierte en un verdadero drama. El problema es que nadie nos ha enseñado a decir adiós, algo que hacemos repetidamente a lo largo de la vida porque estamos en un incesante cambio. Despedirse es parte de la vida cotidiana y cuanto antes aprendamos a hacerlo con normalidad mucho mejor nos irá y más avanzaremos hacia nuestras metas. Vivir es crecer y para crecer hay que cerrar etapas y comenzar otras por
Ayer se celebró el Día Mundial del Refugiado. El tema de este año ha sido "Quien sea. Donde sea. Cuando sea. Toda persona tiene derecho a buscar protección." Sin importar quiénes sean , las personas forzadas a huir merecen un trato digno. Cualquier persona puede buscar protección, no importa quién sea ni en qué crea. Buscar protección es un derecho humano que no está sujeto a negociación. Sin importar de dónde provengan , es necesario dar la bienvenida a las personas forzadas a huir. Las personas refugiadas provienen de diferentes partes del mundo. Para huir del peligro, quizás tomen un vuelo, se suban a un barco o viajen a pie. Lo único que sí tiene carácter de universal es el derecho a buscar protección. Sin importar cuándo hayan sido forzadas a huir, las personas desplazadas tienen derecho a recibir protección. Con independencia del tipo de amenaza (guerras, violencia, persecuciones), toda persona merece recibir protección y tiene derecho a estar en un entorno seguro.