Ponte cómodo/a y cierra los ojos. Respira pausadamente. Te invito a que te sientas un bambú: completamente hueco por dentro. Y, de hecho, éste es el caso: tu cuerpo es simplemente como un bambú, y por dentro está vacío. Tu piel, tus huesos, tu sangre, son todos parte del bambú, y dentro hay espacio, vacuidad. Cuando estás sentado con la boca completamente silenciosa, inactiva; con la lengua tocando el paladar superior y en silencio, sin temblar con los pensamientos, la mente observando pasivamente, sin esperar algo en particular, siéntete como un bambú hueco. De repente, una infinidad de energía comienza a verterse dentro de ti. Estás lleno de lo desconocido, de lo misterioso, de lo divino. Un bambú hueco se convierte en una flauta y lo divino comienza a tocarla. Una vez que estás vacío, entonces no hay barrera para que lo divino entre en ti. No necesitas hacer nada más. Simplemente te conviertes en esto, y todo lo demás sucede. De repente sientes que algo está descendiendo en tu vacío. Eres como una matriz y una nueva vida está entrando en ti, una semilla está cayendo. Y llega un momento en que el bambú desaparece completamente. No necesitas convertirte en nada; simplemente date cuenta de quién eres, eso es todo. Simplemente date cuenta de quién está escondido dentro de ti. Poco a poco y acompañándote con la respiración, Vuelve a tomar consciencia de tu presente y reemprende tus actividades.
Y, a veces, todo es tan sencillo como escuchar el viento que sopla por nosotros y extender con fuerza las alas.
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