Piensa por un momento en los buenos propósitos que se te ocurren y terminas por no realizar. ¿Por qué no los haces? Por miedo. Elabora una lista de los miedos que te bloquean y te sorprenderás, porque son muchos. Tu vida pertenece al miedo. La mayoría de tus decisiones las tomas por temor al que dirán, a lo que pueda pasar, a perder lo que tienes, a no conseguir lo que ansías. Y no te das cuenta de que el miedo ya es, en sí mismo, un fracaso.
¿De qué tienes miedo? ¿De pensar que puedes llegar a creer? ¿De que sientes que hay algo más y no sabes que nombre ponerle?
Haz posible el encuentro con Aquel que todavía no sabes cómo llamar y verás cómo tus miedos que, a veces tienen rostro, irán dejando caer sus piedras y desaparecerán. Está brotando algo nuevo, también dentro de ti, ¿no lo notas?
Ahora dice el Señor a su pueblo: “Ya no recuerdes el ayer, no pienses más en cosas del pasado. Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril. Isaías 43, 18-19
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