Ir al contenido principal

RELATOS: El grano de trigo. Rabindranath Tagore

El grano de trigo. Rabindranath Tagore 
Iba yo pidiendo, de puerta en puerta, por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos, como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel Rey de reyes. 
Mis esperanzas volaron hasta el cielo y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo. 
La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu diestra diciéndome: “¿Puedes darme alguna cosa?”. 
¡Ah, qué ocurrencia la de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Y yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di. 
Pero qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido corazón para dártelo todo! 

¿Serías capaz de resumir en una sola frase lo esencial del  contenido o la enseñanza de este poema-relato? ¿Piensas que en el mundo hay mendigos de otras cosas que no son el dinero? 
La generosidad y el desprendimiento que genera ayuda a superar el  sentimiento de posesión exclusiva y a ofrecer gustosamente nuestros bienes y valores a favor de nuestros amigos, de compañeros o de otras personas. Y lo paradójico de esto es el hecho de que, cuanto más sinceramente ofrecemos nuestro tiempo, nuestra ayuda o nuestro interés a otras personas, experimentamos una sensación de mayor gozo y satisfacción. Hay precisamente un proverbio indio que afirma: “Todo lo que no se da, se pierde”.

Comentarios