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Relatos: Hay otra manera de ver las cosas


Hay otra manera de ver las cosas

Un discípulo no terminaba de comprender. Cada vez que tenía una contrariedad, se desesperaba, se abatía o incluso se hundía en el mayor desánimo. Sin embargo, su maestro, imperturbable, siempre le decía:

–¡Está bien, está bien!

El discípulo se preguntaba si al maestro nunca le sucedía nada desagradable o nunca padecía ninguna contrariedad, pues decía con ánimo sosegado: ¡Está bien, está bien!

Intrigado, el discípulo le preguntó un día: 

–Pero ¿es que nunca te enfrentas a situaciones que no pueden ser resueltas? No comprendo por qué siempre dices “está bien, está bien”, como si nada adverso te ocurriese nunca.

El maestro sonrió y dijo: 

–Sí, sí, todo está bien.

–Pero ¿por qué?, preguntó soliviantado el discípulo.

–Porque como no puedo solucionar una situación en el exterior, la resuelvo dentro de mí, cambiando mi actitud. Ningún ser humano puede controlar todas las circunstancias y eventos de la vida, pero sí puede aprender a controlar su actitud ante ellos. Por eso, todo está bien, todo está bien.


Cuando no se puede modificar una situación en el exterior, hay que cambiar la actitud interior para no añadir sufrimiento al sufrimiento, tensión a la tensión. Se puede aprender a regular los comportamientos internos y externos. Dentro de cada uno de nosotros hay un “crítico” capaz de decirse cosas negativas y mezquinas en tono hostil. Pero también hay un “apaciguador”, una parte compasiva que posee la capacidad de calmarnos con comentarios de aceptación en tono amable y compasivo. La compasión hacia uno mismo es un regalo al alcance de todo el que esté dispuesto a descubrirla. M. Parejo


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