El alpinista desconfiad0
Se cuenta que un alpinista, escalando por un acantilado, tan sólo a pocos metros de la cima, se resbaló y cayó al vacío a una velocidad vertiginosa. En estos instantes de angustia, se veía a las puertas de la muerte. Pero, de repente, sintió un tirón fortísimo de la cuerda atada a la cintura y que le unía al clavo fijado en la roca. En este momento de suspensión en el vacío y envuelto por una espesa niebla, llamó desesperadamente: ¡Dios mío, ayúdame!
Inesperadamente, una voz profunda respondió:
-¿De verdad crees que te puedo ayudar?
-Por supuesto, Señor.
-Si es así corta la cuerda que te sostiene.
Se hizo un largo silencio. El alpinista se aferró más que nunca a la cuerda.
Al día siguiente, el equipo de rescate explicó que había encontrado el cuerpo de un alpinista colgado, congelado y muerto. Sus manos se aferraban con fuerza a la cuerda... ¡a tan solo dos metros del suelo!
Nos preguntamos: ¿por qué el alpinista no acaba de dar el paso? ¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de fiarnos de alguien?
En medio de la niebla de este mundo, fíate de la voz que te dice al oído: "Corta la cuerda que te retiene y te ahoga, lánzate a servir a los demás, no pienses tanto en ti mismo, en el final de tu vida solo te llevarás lo que habrás dado... ".
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