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Relatos: La dos caras de la moneda


Hace mucho tiempo, un anciano general se dirigió a defender a su pueblo con su pequeño ejército frente a un invasor mucho más numeroso. Sus soldados estaban desmoralizados. Cerca del lugar de la batalla, había un templo del que se decía que tenía la capacidad de vaticinar el futuro y conceder favores: las personas acudían allí para orar y meditar. Cuando se salía del santuario, era costumbre lanzar una moneda al aire; si salía cara, se cumplían los favores que se habían pedido. El anciano general fue al templo y rogó la ayuda de Dios para que fuese favorable a su ejército a pesar de ser menos numeroso. Al salir del templo, lanzó la moneda delante de sus soldados y salió cara. Sus guerreros, envalentonados, se dirigieron rápidamente a la batalla y, contra todo pronóstico, la ganaron.
Cuando la lucha se acabó, un lugarteniente del anciano general le dijo: "Estamos en manos del destino, nada podemos hacer contra aquello que decide Dios". A lo que el general le contestó: "Cuánta razón tienes, amigo mío», y le enseñó la moneda: tenía dos caras.
La resiliencia es andar por la vida con una moneda de dos caras y, a menudo, el destino está en nuestras manos. Es necesario creer que nuestro futuro no es un regalo y que es algo que debe construirse. Aunque algunos dirán que la mano de Dios está presente en todas las acciones del ser humano, este tiene la capacidad de ser guionista y protagonista de sus propias historias.
"Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar y otorgar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras". ​Jeremías 17,10

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