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Enfocar: Jesús y las mujeres


Llegan a Sicar en Samaria y Jesús, cansado del camino, se sienta junto al pozo mientras sus discípulos se van a la ciudad a comprar de comer. Era alrededor de la hora sexta, nos dice el evangelista, mediodía; una mujer llega a sacar agua. No se nos dice el nombre de la mujer, no llega acompañada de otras mujeres. Encuentra a un judío desconocido que comienza a hablarle y que le dice “dame de beber”. Esta sencilla frase inicia un diálogo por iniciativa de Jesús. Un diálogo que desde su inicio es “provocador”, pues este judío desconocido no solo se atreve a dirigir su palabra a una samaritana, por lo demás mujer, sino que le pide de beber. “Los judíos no se tratan con los samaritanos”, nos dice el evangelista explicándonos lo peculiar de la situación. Pero con su iniciativa, con su “provocación”, Jesús logra que se instaure un diálogo. En su diálogo con Jesús, ella lo reconoce y se siente urgida a anunciarlo a sus compatriotas, quienes la escuchan y aceptan la invitación de Jesús.
(ref Jn 4,3-42)
El movimiento de Jesús trascendió el patriarcado. En él, las mujeres adquieren visibilidad y, como ellas, los niños. Las mujeres eran parte del movimiento de Jesús y, dentro de las primeras comunidades, tenían un papel de liderazgo. Con su actitud libre y creadora de nuevas relaciones, Jesús permite una nueva realidad para aquellas que no tenían visibilidad o valor.

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