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Relatos: Caña de Bambú


El Jardinero la quería más que a todos los demás árboles.
–Querida, ahora te necesito! –un día escuchó de su jardinero.
–Estoy a punto. Haz de mí lo que quieras –respondió contenta.
–Para ser útil, te tengo que cortar.
–¿Cortarme a mí, que soy la más bonita del jardín?
–No sólo tengo que cortarte de raíz, sino que también te tengo que podar las ramas y las hojas.
–¡Ten piedad!
–Si no te puedo cortar, no puedo hacerte servir.
–Talla lo que te parezca.
–Te habría de abrir por la mitad. Si no puedo hacerlo, no me sirves.
–¡Ábreme...!
El jardinero la cortó, la dejó sin hojas y la abrió por la mitad. La llevó a una fuente de agua, muy cerca de unos campos resecos. Conectó a la fuente una extremidad de la caña y orientó el otro lado hacia los campos.
El agua clara y fresca empezó a correr por el cuerpo de la caña y llegó a los campos. Se plantó el arroz y la cosecha fue generosa.
Nos preguntamos:
¿Qué nos llama más la atención del cuento? ¿Lo hemos experimentado personalmente? ¿Nos sentimos llamados a ponerlo en práctica? ¿Con quién? ¿Cómo?

Todo cambia cuando somos capaces de esperar unos segundos y enfocar la realidad basándonos en el Evangelio. En ese momento parece todo más nítido y más claro, y sin que la realidad sea diferente de la que era antes, todo cobra sentido y descubrimos en cada situación una oportunidad para en todo amar y servir.

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