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Servir: Jóvenes solidarios en tiempos de COVID


Bajo el nombre de Solinar –acrónimo que aúna solidaridad y el nombre del centro educativo–, el grupo comenzó a operar hace siete años. Fue, como recuerda su coordinadora, Silvia Fernández, a propuesta de la oenegé Jóvenes y Desarrollo. «Comenzaron siete alumnos y ya son más de 50», afirma.
Sus acciones tienen dos beneficiarios fundamentales: los niños de familias desfavorecidas y las personas mayores que viven en una cercana residencia.
Todo iba sobre la marcha hasta que se declaró la alerta sanitaria por el coronavirus hace un año. El confinamiento y las restricciones que se impusieron para reducir los contactos sociales hacían imposible llevar a cabo las actividades habituales de Solinar. Había que poner las cabezas a pensar para encontrar una alternativa. Y llegó. A Lucía, joven integrante del grupo solidario, se le ocurrió organizar una rifa. El reto de hallar una solución espoleó las mentes de los chavales y decidieron involucrar al departamento de Informática del instituto.

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