(artículo del 11-10-21. Vale la pena hacer una reflexión desde estas palabras)
La extraordinaria fuerza desatada por el volcán de La Palma está siendo sobrecogedora. Estamos ante el mayor fenómeno destructivo natural que han vivido las islas en su historia moderna, con una erupción que está causando un daño desconocido antes en la historia de los volcanes de las islas. Nadie recordaba un escenario tan imprevisible, tan espantoso. En pocos días, las escorias y los ríos de lava han sepultado la historia, el proyecto vital y los sueños de centenares de familias, destruyendo construcciones y huertas levantadas sobre el suelo volcánico por el esfuerzo de generaciones, transformando la roca calcinada en fértiles plantaciones, caseríos y barriadas.
La lava imparable ha devastado cientos de viviendas, junto a fincas, establos, comercios, infraestructuras o edificios públicos sobre los que giró la historia de muchos barrios, de muchas personas cuyos padres, abuelos y bisabuelos, levantaron, en la falsa convicción de que estaban a salvo de cualquier tragedia.
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El sistema económico y político imperante en el planeta arrastra al ser humano hacia el individualismo y el materialismo, pero nuestra condición humana no es esa, los desastres naturales y las catástrofes despiertan en las personas la necesidad de sentirse protegidas por el grupo, por la comunidad a la que pertenecen.
La toma de conciencia de nuestra vulnerabilidad ante estos fenómenos naturales adversos e incontrolados no debemos asumirla como una debilidad si somos capaces de aceptar que la única manera de hacer frente a sus consecuencias es promoviendo la cohesión social y el sentido de pertenencia a una colectividad que sustenta nuestra necesidad de sentirnos acompañados y protegidos.
Para Juan Pablo II, “la solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y permanente de empeñarse por el bien común, es decir por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos realmente responsables de todos”.
Este Archipiélago, que conforma diversas realidades insulares, sabe unirse con fuerza ante las adversidades y un volcán de solidaridad está pugnando por superar al fuego emitido desde las entrañas de la tierra. La naturaleza impone sus reglas, pero desde todos los rincones de Canarias vamos contribuir a que La Palma vuelva a renacer, a consolidarse como isla verde, atalaya espacial, como primera isla que tuvo una central hidroeléctrica. El volcán ha actuado imponiéndose sobre un amplio territorio, pero la isla en su conjunto sigue intacta. Con sus extraordinarios recursos naturales, sus pueblos y ciudades, con sus esperanzas de un futuro de oportunidades.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria
https://www.eldiario.es/canariasahora/canarias-opina/volcan-solidaridad_1_8385939.html
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