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A contraluz: El gran apagón


La escasez de energía y la subida de precios de la electricidad han ocupado los titulares de las noticias en las últimas semanas. En ese sentido, algunos gobiernos se muestran preocupados por la posibilidad de que se produzca un gran apagón en Europa.
El gobierno de Austria, por ejemplo, considera que se trata de un peligro real y ha empezado a preparar a la población para un posible apagón eléctrico que podría alargarse durante semanas. Así, han lanzado una campaña informativa para aprender a sobrevivir sin electricidad: les han instado a comprar velas, combustible, alimentos en conserva y agua potable, además de coordinarse y crear grupos de apoyo.
En una sociedad digital como la nuestra, utilizamos las nuevas tecnologías, internet y las redes sociales de forma constante. Por ese motivo, nuestra dependencia de la electricidad es total para estudiar, trabajar o relacionarnos.
Pero además, la electricidad también se utiliza para encender los semáforos, iluminar las escuelas, hacer funcionar los hospitales, activar la maquinaria en las fábricas… Un apagón supondría un parón absoluto de la actividad y podría provocar graves problemas de movilidad y funcionamiento.

Lo primero que deberíamos hacer sería disfrutar del momento. Me tendría que enfrentar yo solo a mí mismo. Seguro que habría muchos descubrimientos, tanto externos como internos. Humanizaríamos las relaciones, y pasaría a ser importante ver a la otra persona, darse un abrazo o tener conversaciones de calidad. 

Despertémonos mañana y tratemos de ver el amanecer. Caminemos y observemos alrededor, a la gente. Contemos las historias en persona. Busquemos a la gente. Encontrémonos a nosotros mismos. Y el apagón será la puerta de entrada de otra luz.

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