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Celebramos: Todos los Santos


El otoño siempre se ha considerado un período de cambio de ciclo vital y por eso es el momento ideal de recordar a quienes ya no están. De hecho, rendir culto a los muertos es un rasgo común en casi todas las culturas del mundo. En nuestro caso, "·Todos los Santos" forma parte de un grupo de fiestas, junto con el Día de los Muertos y Halloween, que tienen un origen común: el sistema de creencias de los antiguos celtas, que tenía una parte fundamental basada en el recuerdo de los difuntos .

Según las culturas célticas, el ciclo del año se dividía en dos períodos: el tiempo claro y el tiempo oscuro. El tiempo claro empezaba el 1 de mayo, con el florecimiento de la naturaleza y la salida de los rebaños a pastar, y el oscuro el 1 de noviembre, con la llegada del mal tiempo y el cierre del ganado. En una sociedad ganadera como la celta, la celebración de la fiesta del Samhain, alrededor del primero de noviembre, era una fiesta clave porque iniciaba el período de letargo invernal.

La llegada del cristianismo a tierras célticas acabó expandiendo la fiesta en todos los territorios cristianos y se convirtió en el día oficial de remembranza de los difuntos. Eso sí, el paso fue muy lento –duró aproximadamente trescientos años: del siglo VIII al XI– y la fiesta se alteró notablemente, porque adoptó connotaciones religiosas a pesar de mantener detalles paganos.

El camino que conduce a la Iglesia cristiana a elegir el primero de noviembre para este día comienza a principios del siglo VII cuando el Papa Bonifacio IV transformó el templo romano del Panteón, que estaba dedicado a Todos los Dioses de los romanos, y el consagró en honor de la Virgen María y de Todos los Mártires cristianos. También dispuso que cada año fuese celebrada una fiesta el día de esta efeméride, el 13 de mayo. Posteriormente, Gregorio III impulsó la construcción de una capilla en la Basílica de San Pedro dedicada a todos los santos de la iglesia.

Pero la celebración de este día el 1 de noviembre no aparece hasta el siglo IX, a ruegos de Luis el Piadoso y de los obispos de las Galias, y toma un impulso definitivo cuando el abad de Cluny, San Odilón, introduce la fiesta en todos los monasterios reformados, alrededor del año 1000. Fue el Papa Gregorio IV quien designó el día 1 de noviembre como fecha oficial de la celebración y promovió la institución de un segundo día de oraciones por los difuntos, el Día de los Muertos.
De esta manera es como la fiesta de Todos los Mártires, que se celebraba primero alrededor del 13 de mayo, pasó a ser la de Todos los Santos, el 1 de noviembre.

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