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Relatos del mundo: Diógenes y el esclavo


Diógenes era pobre y a menudo salía a plena luz del día a pedir limosna y recoger todo lo que encontraba de utilidad. Y salía con una linterna en la mano. Cuando le preguntaban que por qué llevaba una linterna encendida de día, él respondía:

– Busco un hombre.

Diógenes un día fue a ver a un sacerdote e imploró caridad. Él le dio como limosna su bendición. Más tarde, una joven muy adinerada, le dio una moneda de cobre, mientras ella gastaba doce de plata en sus caprichos.

El anciano Diógenes vio llegar entonces al príncipe de Salamina acompañado por su esclavo. Cuando se acercó a pedirle una limosna, el príncipe le apartó de un empujón. Entonces el esclavo que iba con él le ayudó a levantarse y le dio sin que le viera su amo unas monedas. Diógenes le miró asombrado y comenzó a gritar lleno de alegría:

– ¡He encontrado al hombre, he encontrado al hombre! ¡Y es un esclavo!

Frédéric-Edouard Plessis, escritor francés (1851-1942).

Moraleja: «No te dejes guiar por las apariencias: la bondad reside en el corazón»


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