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A contraluz: Los tiempos del verano


El verano puede ser un tiempo para volver la vista atrás y hacer balance del año, comenzando siempre por dar gracias.
Este tiempo que ahora comenzamos nos lleva de la mano a un ritmo distinto. El comienzo puede ser para parar y descansar, recuperar horas de sueño y, sobre todo, recuperar una mirada que vaya más allá de lo inmediato. Esa mirada que nos ayuda a fijarnos en lo bueno de nuestra vida, en tanto bien recibido este año y a lo largo de nuestra vida.
El verano es también tiempo de profundidad. En ese bucear en lo profundo puede ayudarnos la contemplación de la naturaleza. La playa con sus atardeceres, el monte con tanta variedad de vida, el campo que prepara sus frutos para la cosecha… nos hablan de la presencia misteriosa de Dios en su creación.
El verano, si lo vivimos con generosidad, puede ser también tiempo para los reencuentros. Podemos recuperar relaciones con amigos o familiares que las prisas del año han ido erosionando. Una buena conversación por la mañana o por la noche mientras compartimos la mesa, son regalos que nos traen este tiempo. Reencuentro con uno mismo, con los amigos y familiares y con el Señor que nos da, un año más, el regalo de parar y cambiar de ritmo. 
Escuchemos su voz que nos dice también a nosotros: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco» (Mc 6, 31).
adap. @pastoralsj

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