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Relatos del mundo: Los pescadores y las piedras


Un grupo de pescadores notó que la red que habían echado al agua pesaba mucho. Llenos de alegría (pues pensaban que estaba repleta de peces), comenzaron a cantar y a bailar, y hasta celebraron una pequeña fiesta.

Pero al recoger la red, vieron con tristeza que no eran peces, sino piedras. Entonces, comenzaron a lamentarse y a llorar. Sentían rabia, no tanto por las piedras que encontraron en la red, sino por lo que habían esperado encontrar y no encontraron.

Sin embargo, uno de los pescadores, el más viejo de todos, no lloraba, ni maldecía, sino que les dijo:

– Dejad ya la tristeza y el enfado. No sirve de nada. Sabed que la alegría tiene como hermana a la tristeza. Y así también vivimos buenos momentos, también debemos vivirlos malos de vez en cuando.

Según nos cuenta esta historia, ‘Los pescadores y las piedras’, no se trata de ser conformistas con la vida, sino de aceptar las ‘estocadas’ que nos lleguen con positivismo.

La vida no es un camino de rosas: cuanto antes entendamos que la vida es un equilibrio de fuerzas opuestas, antes entenderemos que no podemos vivir ajenos a ciertos problemas. La alegría viene de la mano de la tristeza y la felicidad, de la frustración. La vida no es plana, sino que ofrece todo tipo de emociones contradictorias que debemos manejar de la mejor manera posible. El miedo nos puede llevar a la prudencia, el enfado, a la autoreflexión… La vida es una alternancia de vaivenes. Alegrías seguidas de tristezas y tristezas seguidas de alegrías.


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