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A CONTRALUZ: Inútil

 


¡Buenos días!
¿Quién de nosotros no ha escuchado alguna vez una conversación de este estilo?:
—Oye, hoy he hecho limpieza de armario.
—¿Y vas a tirar o dar mucha ropa?
—Pues no mucha, la verdad. Me he probado toda la ropa que tengo en casa y la que no me iba bien, la he guardado por si me adelgazo o por si vuelvo a ganar unos kilitos, porque nunca se sabe, porque me da pena tirarlo, porque quizá vuelva esta moda...
Al oírlo, por dentro pensamos: vaya que no lo vas a usar nunca, pero bueno...
Sin ánimo de criticar (que yo también soy de ese club de guardar cosas...), lo que pretendo es explicar que esto que muchos pueden ver como algo inútil es lo mismo que pensaron muchos de los discípulos de Jesús una vez ya no estaba con ellos. ¿Te imaginas? Vamos a ver, que seguir a alguien por sus ideales, sus buenas obras y tal en vida, pues tiene un pase, ¿no? Pero cuando ya no está... y si encima me juego la vida en ello... Como que parece un poco de locos. ¿No te parece?
No solo eso, sino que este grupito de seguidores tenían la esperanza de recibir ese regalo que les había prometido en vida, lo que llamaba Espíritu Santo, así que se pusieron a rezar todos juntos y algo debió pasar, algo que los empujó a salir fuera y a no tener miedo de hablar de Jesús, aun a riesgo de su vida.
  • ¿Alguna vez has esperado un regalo que te habían prometido?
  • ¿Cuánto tiempo estás dispuesto a esperar una promesa de alguien?

Ayer domingo se celebró Pentecostés, el recuerdo de lo que vivieron los discípulos de Jesús ese día en el que pidieron el Espíritu Santo en oración. A partir de ahí, vemos en los relatos un gran cambio en sus vidas, una energía, un impulso a salir a contar sobre Jesús con convencimiento y alegría. A veces todos necesitamos un cambio así en nuestra vida. Te recuerdo que esa promesa aún sigue vigente. Solo hace falta pedirlo con sinceridad: Ven, Espíritu Santo.

Que tengas un buen día.

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