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RELATOS DEL MUNDO: Francisco y el lobo


¡Buenos días!
Hace mucho tiempo, en una pequeña ciudad italiana llamada Gubbio, los habitantes vivían aterrorizados por un lobo feroz que atacaba a sus animales y, en ocasiones, a las personas. Los campesinos no podían salir de sus casas sin temor, y el pánico se extendía por toda la región. Todos intentaron cazar al lobo, pero era tan astuto y peligroso que nadie se atrevía a enfrentarse a él.
Francisco, un fraile muy conocido por su dedicación con los más necesitados y su amor por la Creación, escuchó sobre el problema y decidió hacer algo. Aunque todos en Gubbio intentaron disuadirlo por miedo a que el lobo lo atacara, él no se dejó intimidar. Confiaba en que el amor y la compasión podían calmar incluso al animal más feroz.
Francisco fue al bosque donde vivía el lobo. Al encontrarse con él, el animal se lanzó hacia el santo con la intención de atacarlo. Sin embargo, Francisco no huyó. En lugar de eso, levantó la mano y le habló con tranquilidad:
—Hermano lobo, vengo en compañía de Jesús, te ordeno que no hagas daño ni a mí ni a nadie más.
El lobo se detuvo. Poco a poco, su actitud cambió y se calmó. Sorprendentemente, se acercó a Francisco de manera dócil y descansó su cabeza sobre sus pies.
Entonces Francisco habló con el lobo y le dijo que los habitantes de Gubbio le tenían miedo porque estaba matando a sus animales y asustando a la gente. Le propuso un trato: si él dejaba de atacar a las personas y a sus animales, los habitantes le darían comida y lo cuidarían. El lobo, como si entendiera sus palabras, inclinó la cabeza en señal de acuerdo.
Luego, Francisco llevó al lobo al pueblo, donde hizo un pacto con los aldeanos. Todos se comprometieron a alimentar al lobo, y el lobo, a cambio, nunca más sería una amenaza para ellos. A partir de ese día, el lobo vivió pacíficamente entre los habitantes de Gubbio, y todos lo respetaban y cuidaban como un miembro más de la comunidad.


Esta es una de las tantas historias que cuentan de San Francisco de Asís, un hombre del siglo XII que decidió dejar atrás las riquezas para vivir una vida sencilla, dedicada a Dios, a la pobreza y al amor por todos los seres vivos.

Lo impresionante de esta historia no es que hablara con el lobo o que el lobo no se lo comiera. Lo sorprendente es ver cómo Francisco trató al lobo, con amor, como una criatura que tiene sus sentimientos y que debemos cuidar y proteger. ¿Eres capaz de tratar así a los animales? ¿De amarlos así?

¡Por cierto! Hoy en el colegio de Madrid arrancan el proyecto ImagineGreen. Con este vídeo nos invitan a formar parte del cambio hacia un mundo mejor, sea colaborando con este proyecto o con otros.


Que tengas un buen día.

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