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RELATOS DEL MUNDO: La isla de las emociones


Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones. A pesar de algunos roces, vivían en armonía. Un día, el Conocimiento convocó a todos los habitantes de la isla y les dijo:
—Tengo una mala noticia que darles: la isla se hunde. Os recomiendo que construyáis un barco, un bote, una balsa o algo que os permita huir de aquí. Pues quien se quede en la isla desaparecerá con ella.
Una vez la Conciencia confirmó que era cierto, cada emoción comenzó a construir su barco. Todas salvo el Amor, que no podía aceptar dejar aquel lugar lleno de recuerdos.
—¿Cómo podría abandonar todo esto? —se decía acariciando las piedras, oliendo las flores y recorriendo la orilla.
Mientras los demás terminaban sus embarcaciones, el Amor se quedó esperando, convencido de que la isla no desaparecería del todo. Sin embargo, el agua subía cada día más, y pronto solo quedó un pequeño trozo de tierra firme.
Desesperado, el Amor pidió ayuda a la Riqueza, que pasó en un gran barco.
—Lo siento —dijo ella—, mi barco está lleno de tesoros, no hay espacio para ti.
La Vanidad se acercó después, en una embarcación lujosa.
—¡Vanidad, llévame contigo!
—Imposible —respondió—. Estás sucio y desaliñado, arruinarías mi imagen.
El Amor intentó con la Tristeza, su compañera de tantas penas.
—Me gustaría ayudarte —suspiró ella—, pero estoy tan abatida que prefiero estar sola.
El Amor se dio cuenta de que por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, él y la isla iban a hundirse en el mar hasta desaparecer.
Entonces, escuchó que alguien chistaba:
—Chst, chst…
Era un viejito desconocido que le hacía señas desde un pequeño bote.
—Ven, yo te salvaré —dijo el hombre.
Sin fuerzas para discutir, el Amor subió. Remaron juntos hasta la isla más cercana. Al tocar tierra, el amor giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero este, sin decir una palabra, se había marchado misteriosamente como había aparecido.
Intrigado, buscó a la Sabiduría y le preguntó:
—¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y me salvó… Nadie comprendía que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es…
La Sabiduría sonrió y respondió:
—Él es el único capaz de conseguir que tú sobrevivas cuando el dolor de una pérdida te hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.

  • ¿Qué te parece la relación que hay entre el tiempo y el amor?
  • ¿El tiempo solo sirve para curar heridas al amor? ¿O también para otras cosas?

El amor, sobre todo cuándo está floreciendo en nosotros,  es impulsivo, muchas veces ilógico y hasta puede ser ciego. Por otro lado, cuando le dañan, se desespera, se rompe, se siente solo e incomprendido. Por ello, creo que no podemos separar al amor del tiempo en ningún momento. Me da la sensación que hemos olvidado que el amor necesita tiempo para madurar, para descubrirse, para reconocerse y sobre todo para aprender a amar sin hacer daño a los demás y a uno mismo. ¿Le darás tiempo al amor?

Que tengas un buen día.

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