"La compasión es la capacidad de sentir lo que es vivir dentro de la piel de otra persona. Es saber que nunca podrá haber realmente paz y alegría para mí hasta que finalmente haya paz y alegría para ti también".
- ¿Hasta qué punto nos atrevemos a mirar el sufrimiento de los demás sin apartar la vista?
- ¿Somos capaces de escuchar, de verdad, lo que el otro siente, sin juzgarlo ni intentar solucionarlo todo?
- ¿Habéis sentido compasión por alguien? ¿Qué hicisteis? ¿Qué experimentasteis?
La compasión, vivida desde la fe cristiana, tiene un rostro muy concreto: el de Jesús. No fue indiferente al dolor, no pasó de largo ante quien sufría, ni se limitó a sentir lástima. Se acercó, tocó, curó, lloró, abrazó. Su compasión no se quedó en palabras bonitas: se convirtió en acción, en entrega, en amor que se da sin esperar nada a cambio. Un amor que es el reflejo del corazón de Dios, un amor que no se cansa, que no huye ante el sufrimiento ni ante el dolor. Visto desde esta perspectiva, cuando alguien se mueve o actúa con compasión, está dejando que ese mismo amor pase a través de él, como si su mirada, sus manos o sus gestos fueran los de Jesús hoy. Y tú… ¿te atreves a dejarte tocar por el dolor del mundo? Quizá en ese momento descubras que hay algo más grande que te mueve a ayudar.
Hoy celebramos el día internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, un buen día para hacer nuestra esta palabra.

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