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RELATOS DEL MUNDO: E = mc²


Una tarde cualquiera, en un pequeño pueblo rodeado de campos, vivía un niño que no dejaba de hacer preguntas. Sus profesores lo recordaban por levantar la mano cada cinco minutos:
“¿Por qué brilla el Sol?”,
“¿Por qué la lluvia cae hacia abajo y no hacia arriba?”,
“¿Qué pasaría si pudiéramos viajar más rápido que el viento?”.
Sus compañeros solían reírse un poco de él, pero en el fondo admiraban esa mezcla de curiosidad y tozudez. A veces, mientras los demás jugaban, él desmontaba relojes viejos para ver cómo funcionaban por dentro, o se quedaba mirando las estrellas hasta que su madre le llamaba a gritos para cenar.
Un día, caminando hacia la escuela, vio cómo un rayo de luz atravesaba una ventana y se descomponía en colores en el suelo. Se quedó quieto, maravillado. ¿Cómo podía una cosa invisible transformarse en un arcoíris? Aquella pregunta se le quedó clavada como una espina dulce.
Pasaron años, y aquel niño siguió preguntando, investigando, leyendo… incluso cuando las respuestas parecían demasiado complicadas o cuando otros le decían que estaba perdiendo el tiempo. Mientras algunos se rendían ante los problemas difíciles, él insistía porque sentía, muy dentro, que la naturaleza escondía secretos esperando a ser encontrados.
Cuando llegó a adulto, sus preguntas se hicieron aún más grandes:
¿Cómo se mueve la luz?
¿Puede algo viajar más rápido que ella?
¿Qué pasa con el tiempo cuando algo se mueve muy deprisa?
Dedicó horas, días, noches enteras pensando, imaginando, probando ideas. Muchas de esas ideas parecían locuras… hasta que dejaron de serlo.
Un día, después de mucho trabajo, escribió una ecuación tan simple que cabía en una línea. Una ecuación que cambiaría el futuro de la ciencia, de la tecnología y del mundo. Una ecuación que muchos de vosotros ya habéis visto en alguna camiseta o en stickers de ordenador.
E = mc²

Como habrás deducido, ese niño curioso se llamaba Albert Einstein, y su gran descubrimiento nació de lo mismo que vosotros ya tenéis: preguntas, imaginación y ganas de entender qué hay detrás de las cosas. Y es que una mente científica se caracteriza por el hecho de hacerse preguntas de todo tipo e intentar encontrar la respuesta a ellas. Si algo nos recuerda la semana de la ciencia es cuan importante es el hecho de que te hagas preguntas, que sueñes con saber más, con descubrir más, con pensar el porqué y el cómo de todo. ¿Y si la próxima gran idea científica está hoy en tus manos? No dejes de preguntar, no dejes de soñar.

Que tengas un buen día.

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