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A PENSAR: Lo probamos y ya vemos

Lo probamos y ya vemos
Nos hemos convertido en auténticos expertos en ir encadenando promociones, períodos de prueba, suscripciones gratuitas… En ir probando todo, pero sin comprometernos, sin ni siquiera plantearnos comprar el producto final. Solo por disfrutar de algo gratis.
Anhelamos una vida gratis. De recibir sin estar obligados a dar. Aunque, paradójicos como somos, al mismo tiempo que buscamos lo gratuito desconfiamos de la gratuidad. Desconfiamos de quien nos da sin esperar nada a cambio y buscamos la trampa. No vayamos a comprometernos de un modo estable con algo o con alguien. Quizás este sea el auténtico cebo que usan para engancharnos con lo gratis: «no será para siempre».
Asumimos que lo gratuito es lo que no compromete, lo que me pone a mí en el centro, recibiendo, sin exigir. Y por eso lo buscamos y luchamos por conseguir ese chollo. Los compromisos sin compromiso, los «ya iremos viendo, si eso». Aunque en el fondo –a veces muy en el fondo– sabemos que ese concepto de gratis que tenemos no existe.
La gratuidad es exigente. Requiere fortaleza, perseverancia, esfuerzo. No es tan fácil recibir sin dar nada a cambio, incluso cuando lo vivimos plenamente, es más difícil que dar sin esperar nada. Porque la desconfianza nos asalta. Porque seguimos teniendo en el ADN que sólo es valioso lo que nos ganamos. Y recibir sin ningún mérito nos pone en alerta. Sin embargo, pocas experiencias vitales serán tan plenas como vivir en gratuidad, dando y recibiendo sin objetivos, agendas, comparaciones. Simplemente agradecidos y comprometidos. Adapt. Álvaro Zapata, sj

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