Cuando hayas mantenido una conversación con la «debilidad», imagina que eres responsable de su cuidado y visualiza que la ayudas a sanar. A continuación, aplica en tu propia vida esta solución basada en "cuidar" y, a ejemplo de Jesús, confía en que se pueden cambiar actitudes que pueden ser motivo de mejora.
Y, a veces, todo es tan sencillo como escuchar el viento que sopla por nosotros y extender con fuerza las alas.
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