Los elefantes africanos soportan desde hace décadas una persecución implacable de la caza furtiva por el marfil de sus colmillos, a lo que se suma la pérdida de hábitat debida principalmente al cambio del suelo para usos agrícolas. Esto ha llevado a una “disminución a gran escala” de su población en todo el continente. Así, la de los elefantes de bosque se ha reducido en más del 86% en 31 años y la de los de la sabana africana en, al menos, un 60% en los últimos 50 años, indica la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la autoridad mundial sobre la situación de las especies. Según su último informe, en 2016 estimaron que quedaban 415.000 elefantes entre las dos poblaciones.
Laudato si’
35. Cuando se analiza el impacto ambiental de algún emprendimiento, se suele atender a los efectos en el suelo, en el agua y en el aire, pero no siempre se incluye un estudio cuidadoso sobre el impacto en la biodiversidad, como si la pérdida de algunas especies o de grupos animales o vegetales fuera algo de poca relevancia. Las carreteras, los nuevos cultivos, los alambrados, los embalses y otras construcciones van tomando posesión de los hábitats y a veces los fragmentan de tal manera que las poblaciones de animales ya no pueden migrar ni desplazarse libremente, de modo que algunas especies entran en riesgo de extinción.
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