Ir al contenido principal

Propósitos: Menos queja y más gratitud

No me gusta. Ya no aguanto más. Tengo derecho. Me lo he ganado. Siempre me hacen la misma. Ya está bien. Si me hicieran caso...
Y así podemos seguir durante un buen rato. Porque hay a quienes nos va la queja. Que no es una cosa buena, pero oye, como que da gustito. Y uno sabe que la cosa terminará mal, que la queja suele deslizarse por una pendiente resbaladiza, que terminarás amargándote más y siendo injusto con la realidad, incluso haciendo daño a alguien. Y, con todo, le damos rienda suelta. Que ya llegará el momento de parar, arrepentirse y cambiar de actitud.
Normalmente lo que nos saca de una espiral de queja es el tirón de orejas que algún amigo, compañero o familiar nos da. O Dios. Tirón que nos hace caer en la cuenta de algo por lo que dar gracias; agradecimiento que, cuando lo reconocemos, nos hace ver con una nueva luz todo aquello de lo que nos quejábamos. Y no era para tanto, nunca lo es. Cómo cambia la cosa cuando uno empieza por dar gracias y luego ve las cosillas que se pueden mejorar.
adapt. @pastoralsj

Comentarios