Cierra los ojos e imagina tu espacio. Un sitio donde puedas sentirte roca. Una roca bien grande, o pequeña... tú eliges. Una roca en un gran bosque o en pleno desierto. No son detalles importantes, porque la piedra ES a pesar del clima, las condiciones adversas. Somos.
Concentrándose en la roca, la mente se desconecta de los pensamientos incesantes de la vida cotidiana, lo que lleva a un estado de conciencia simple, sincero, casi divino. Experimenta con la respiración pausada este PERMANECER. Encadena sin pausa la inspiración y la espiración, lentamente, como si el tiempo se detuviera. Hazlo siempre por la nariz, recuerda.
Conecta con esa imagen a lo largo del día. Tu roca siempre estará ahí, esperándote, ahí estás TÚ. Vuelve siempre que lo necesites.
Cuando abras los ojos, recupera una nueva mirada de tu vida.
Mucha fuerza.
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