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El esfuerzo y tú

Quizá no te has dado cuenta, pero tus actividades de cada día son un catálogo de diferentes esfuerzos. El primero es despertar a la hora necesaria y prepararte para ir a la escuela. En clase, prestas atención a las palabras de tus profes y haces lo que te dicen. Volver caminando a casa, o pasar un rato dentro de un transporte incómodo también exigen tu disposición. Una vez en la casa los desafíos continúan: completar la tarea que te han puesto, ayudar a tus padres o hermanos, ordenar tus cosas. En cada una de estas acciones estás demostrando tu deseo de ser mejor cada día.
¿Cómo avanzar con pasos más firmes en este proyecto de superación? Hay varias estrategias clave. Una de ellas es la perseverancia, que consiste en sostener tu esfuerzo todo el tiempo, sin importar que a veces las cosas no salgan como esperas ni el cansancio que experimentes. También te ayuda la disciplina, o capacidad de conservar claras tus metas y organizar mejor tus esfuerzos para que te lleven hasta el fin que buscas, como un triunfo deportivo o una buena nota en tu trabajo. El conjunto se completa con tu dedicación a las tareas que te corresponden con afecto, tiempo y entrega. A veces lo más difícil es empezar, pero cuando pasa el tiempo y consigues a ver los frutos del esfuerzo (tu éxito en la escuela, en la práctica de un deporte o el bienestar de tu familia) verás que cada acción lleva una recompensa: tu desarrollo como persona.


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