La atención sobre la respiración que te propongo en este ejercicio te hará consciente de los entresijos de un combate cotidiano: el combate entre tu ser más auténtico y los ruidos internos y externos, que centrifugan a la persona o sobrealimentan el ego. En esta contienda, empieza lentamente con la secuencia numérica 1,2,3… acompañando a la respiración −como una cuerda que te impide caer en un paso de montaña− y que te dispone a mantenerte en tu propósito. Puede llegar un momento en el que la cuerda te sobre; entonces, es conveniente prescindir de ella. El orden de las cifras dejará paso a un término que expresará −aunque de forma inadecuada− algo de ese vínculo que estableces con el Señor. Puedes escoger una palabra que exprese quién eres o ante quién te encuentras: la fuente de tu ser. Por ejemplo, puedes respirar la palabra “tú”, “Jesús”, “paz”…
Y, a veces, todo es tan sencillo como escuchar el viento que sopla por nosotros y extender con fuerza las alas.
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