Cuando una persona ha sido fiel al Evangelio de Jesús, es decir, ha pensado más en los demás que en uno mismo, ha sido solidario, ha amado mucho a todos, pero especialmente a los más necesitados, y se ha sacrificado por los demás predicando el Evangelio, la Iglesia lo declara Santo. Esto quiere decir que la Iglesia lo pone como modelo, como ejemplo de buen cristiano, para que los demás puedan imitar alguna de sus virtudes. El papa Pío XII proclamó santo a San Luis de Monfort el 20 de julio de 1947. Hagamos del día de hoy una auténtica celebración para dar gracias a Dios, por el ejemplo y compromiso de San Luis y porque su obra continúa beneficiando a muchas personas.
Y, a veces, todo es tan sencillo como escuchar el viento que sopla por nosotros y extender con fuerza las alas.
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