Si pones las manos sobre tu ombligo, una encima de la otra, tomarás consciencia de cómo la respiración dilata y contrae el abdomen. Tras poner la mano izquierda sobre la derecha, o a la inversa, te das cuenta de tu espontánea elección. Prueba a invertir este orden y siente la incomodidad de la nueva posición, que altera el predominio en tu lateralidad. Recupera la posición original y percibe, ahora, la unidad de tu cuerpo. Imagina que la respiración recorre el circuito que se establece entre tu mente y tu abdomen a través de tus brazos: ahora por el brazo derecho, ahora por el izquierdo. Con esta percepción, suavemente, la respiración se va relajando y unificando más.
D. Guindulain
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