Ir al contenido principal

RELATOS: Los fieles amigos de Iván


Existen docenas de fábulas sobre la amistad, la fidelidad y la gratitud que puede establecerse entre los animales y el hombre. Ninguna de ellas conmueve tanto como la historia real del pequeño Iván Mishukov. A inicios de la década de 1990 Rusia sufrió un profundo cambio político que tuvo consecuencias en toda la sociedad: muchas personas se enfrentaron al desempleo y padecieron problemas económicos. Varias familias se desintegraron y cientos de niños quedaron abandonados a su suerte, sin ningún pariente que los ayudara. Uno de ellos fue Iván que, a sus cuatro años de edad, estaba completamente solo en el mundo, sin el apoyo de algún adulto o institución. Por 1996 andaba vagando solo por las calles de Moscú, donde pedía monedas para ganarse la vida. En esas mismas calles había cientos de perros abandonados por sus dueños, que formaban pequeñas manadas salvajes, pues sobrevivir en grupo les era más fácil. Iván, con sus grandes ojos expresivos y su largo cabello rubio, se ganó la simpatía de los cocineros de un restaurante que le regalaban las sobras de la comida. El pequeño las compartía con algunos de los perros callejeros. Éstos lo seguían por todos lados y cada vez eran más. Poco a poco le tomaron confianza y, en poco tiempo, Iván se convirtió en el jefe de la manada. Los perros lo respetaban y aceptaban sus instrucciones, pues lo consideraban su líder. La relación funcionaba en forma admirable. Él conseguía comida para los canes. Estos, a cambio, le daban su calor en las heladas noches invernales de Moscú. Iván dormía en la calle y las temperaturas de 30 grados bajo cero ponían en peligro su vida. Sin embargo, sus perros lo cubrían y lo rodeaban para mantenerlo a salvo. Por otra parte, lo protegían de los otros peligros a los que se enfrentaba, pequeño y solo,  en plena calle. Si alguien se acercaba a molestarlo, los perros ladraban y se disponían a atacar para salvaguardar a su pequeño amo. Esta situación se prolongó por dos años, sorprendía a quienes la veían a diario y el pequeño fue apodado “el Príncipe de la manada.” La Policía era consciente de lo que pasaba y se propuso llevar al pequeño a un orfanato. Sin embargo, en tres ocasiones que intentaron atraparlo, el plan falló, pues los perros impedían que lo tocaran. El esfuerzo de los oficiales duró dos meses, hasta que planearon una trampa para distraer a los perros y, finalmente, se apoderaron del joven Príncipe. Iván fue llevado a un centro de atención infantil, donde recibió alojamiento, servicios de salud y alimentación. Luego fue adoptado por una familia, comenzó sus estudios y se desarrolló como un niño normal. Hoy, aunque se sabe poco de él, dicen que, hasta la fecha, sueña con la manada que le salvó la vida y se despierta llorando porque extraña a sus fieles amigos. https://fundaciontelevisa.org/valores/articulos-padres/los-fieles-amigos-de-ivan-mishukov


Comentarios