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¡A PENSAR!: Danos hoy nuestro pan de cada día


Danos hoy nuestro pan de cada día
Ocurrió de repente. Sin pensarlo mucho, la clásica oración desesperada antes de un examen. Un Padrenuestro rápido que me sacara de aquel apuro. Esa vez, sin embargo, al pronunciar interiormente “danos hoy nuestro pan de cada día”, sonó diferente a todas las otras veces y me dio paz. Pero ¿tenía sentido mi petición? ¿por qué esa paz? He vuelto tiempo después a esas palabras que resonaron con fuerza entre los nervios de ese examen.
Hay tres cosas que, cuando lo rezo ahora, no pasan desapercibidas:
Debería ser algo obvio, pero cuando digo “danos” me recuerda que no pido solo para mí. Es el plural que concuerda con el resto de la oración, que por si se me ha olvidado, subraya que soy hermano de otros muchos necesitados como yo. También de la persona que tengo a mi lado ahora mismo y que está rezando a la vez que yo.
También caigo en la cuenta de que no es mañana ni pasado mañana, sino “hoy”. En este momento en el que me dirijo a Dios y entra toda mi vida en juego. Un hoy que está por desplegarse o que toca a su fin, pero que hace aterrizar mi oración y mi relación con Dios en el presente.
Por último, soy de los afortunados que tendrá pan en de la mesa al llegar a casa. Sin embargo, “nuestro pan de cada día” hace que me plantee cuál es ese alimento que necesito. ¿Qué pan cotidiano me falta? ¿Con qué sacio mi “hambre” de cada día? ¿Viene de Dios o voy mendigando cada día migas de cosas que no me terminan de llenar?
Jaime Espiniella, sj


Comentarios

  1. Ese pan que nos viene dado, después del madrugón del panadero, después del trabajo del campesino que sembró las semillas de trigo, después de mirar al cielo cada día, a la espera del agua de la lluvia, después de esos días de calor en la cosecha, después de ese camionero que lo llevo hasta el molino, después del molinero que lo molió, después del amasado... El pan de cada día, tanto trabajo de tantas personas, tanto que agradecer y un Dios Creador que todo lo hace posible, para sus criaturas amadas.

    Carmen-E.

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