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¡A PENSAR!: Repartir el pan


Repartir el pan
Había una vez un pueblo que sufrió una profunda crisis, tras la cual quedó sumido en la más extrema pobreza. Sus habitantes apenas tenían agua y alimentos para sobrevivir, y con el paso del tiempo comenzaron a sentirse cada vez más débiles y desesperados. Un día, un joven decidió irse del pueblo en busca de alguna solución. Se alejó de allí con paso tambaleante, pero actitud decidida y, ante sorpresa de sus vecinos, esa misma noche volvió con un cesto lleno de pan. Todo el mundo salió contentísimo a recibirlo, y él empezó a repartir el alimento entre los habitantes del pueblo, quedándose para él el trozo más grande.
Al día siguiente, el joven volvió a marcharse y la historia se repitió exactamente igual: por la noche volvió con una cesta de pan y la gente salió a recibirle, emocionada y agradecida, mientras él repartía el pan quedándose para sí el trozo más grande. Durante toda la semana, el joven continuó saliendo del pueblo cada mañana y volviendo cada noche con una cesta de pan. Poco a poco, los habitantes empezaron a murmurar: "¿cómo es que él siempre se queda el trozo más grande?", "¿No podría repartir todo a partes iguales?", "¿De qué le sirve ser tan generoso, si después lo estropea todo con un gesto así?”...
Los días fueron pasando, y el joven siguió saliendo a buscar pan para sus paisanos, que cada vez lo recibían con menos agradecimiento y más suspicacia. Por fin un día, en pleno reparto, uno de los ancianos del pueblo le dijo:
-Dinos, ¿por qué no compartes con nosotros también tu pan? ¿Por qué te quedas siempre el trozo más grande?
A lo que el joven le contestó:
- ...
Yo tengo mi respuesta, ¿te animas a compartirla?
(Si no tienes cuidado de ti mismo no podrás cuidar de los demás. Gracias a esto puedo reponer fuerzas y volver cada noche con pan para todos.)

Jesús respondió: –Haced que todos se sienten.
Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó en sus manos los panes, y después de dar gracias a Dios los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los peces, dándoles todo lo que querían. Cuando estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
–Recoged los trozos sobrantes, para que no se desperdicie nada. Jn 6, 10-12


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