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ADVIENTO 19: Acaricia tus heridas con dulzura

Acaricia tus heridas con dulzura
La vida nos lleva, en muchas ocasiones, a situaciones en las que no vemos, no actuamos con total claridad o simplemente nos equivocamos. En cada día de nuestra vida nos ponemos a prueba para mostrar nuestras emociones, para compartirlas, sufrirlas. Errar es humano. Cometer errores es parte fundamental en el aprendizaje emocional. No existe quien no cometa fallos y hay que aprender a perdonar, pero también a perdonarse a uno mismo.
Cuando hay que perdonarse a uno mismo, todo cambia, estamos solos, no nos dirigimos a terceras personas. Es un proceso estrictamente interno en el que no hay que dar explicaciones ni justificarse ante nadie. Aunque a veces sea complicado conseguirlo, perdonarse a uno mismo siempre es liberador. El perdón ayuda a retomar el control de la propia vida, a conocerse mejor y, en definitiva, a ser algo más feliz.

Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito: ¡Alegraos! Que todos os conozcan como personas bondadosas. El Señor está cerca. No os aflijáis por nada, sino presentadlo todo a Dios en oración. Pedidle, y también dadle gracias. Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede  comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús.
Carta de San Pablo a los Filipenses 4, 4-7

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