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Enfocar: Convertirse


Saulo (Saul) procedía de una familia judía de la tribu de Benjamín. Su nacimiento debió de tener lugar entre el año 3 y el 8 de la era cristiana. Posiblemente entre los años 20 y 25, Saulo recibe una estricta formación judía y asume inmediatamente un papel muy activo en la lucha contra el grupo de los nazarenos, seguidores de Jesús, a los que, sin duda, consideraba como un peligro para la identidad e integridad del judaísmo. Su solo nombre evocaba la persecución. Saulo parecía inflexible. Hasta el día aquel en el que cambió bruscamente el curso de su vida. 
Saulo va de camino, tiene claro hacia dónde va y para qué. Pero he aquí que ALGUIEN trastorna sus planes. Es deslumbrado por una luz en pleno día que le hace descubrir “su noche interna y externa”. La luz de lo alto, acompañada de una palabra trascendente, revela la identidad del Señor y, al mismo tiempo, muestra al llamado la vocación a la que ha sido llamado. A partir de ahí Saulo cambia de nombre. Pasará a llamarse PABLO. (ref. Hch 22,3-16)

Convertirse significa literalmente tomar otra dirección, cambiar de rumbo, no quedarse donde se está y como se está, esforzarse por llegar a ser lo que se debe ser. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como San Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores del mensaje de Jesús. 

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