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Relatos: El caracol impaciente


Un caracol que, cargado con su "casa", se quejaba de no tener la agilidad de sus compañeros, alucinaba observando, bajo el peso de su caparazón, a una mariposa presumida que alardeaba de rama en rama.

Se dio cuenta de que se le acercaba un escarabajo por detrás. Este le invitó a compartir el viaje. El caracol despegó la cabeza de tan contento que estaba, pero enseguida, lacrimoso, la tuvo que bajar, ya que no podía mantener el ritmo de las patas de su atlético compañero.

El sol se oscureció y la lluvia empapó de agua los árboles, el camino, el paisaje... La mariposa ya no podía levantar el vuelo y acudió al caracol para que le dejara apoyar sus patas, tan frágiles, encima del caparazón. El caracol, que se movía a placer en ese nuevo paisaje lluvioso, aceptó complacido de acoger la mariposa y darle seguridad.

Algo más tarde, el caracol, con su compañera mariposa, reconoció al escarabajo, que pedía auxilio. El caracol pidió a la mariposa que lo fuera guiando desde arriba para hacer una maniobra delicada: acercarse a él con el caparazón, darle un empujón para conseguir volcarlo y que, con las patas, tocara el suelo.

La operación se hizo con éxito y el escarabajo, en agradecimiento, propuso al caracol y a la mariposa compartir fraternalmente su futuro, acogiendo y valorando generosamente sus contrastadas aptitudes por encima de sus diversas y evidentes limitaciones.

¿Qué descubre el caracol? Este descubrimiento, ¿lo ves materializado entre las personas o colectivos que tratas?

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