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Relatos: La palmera


Al borde de un oasis había una palmera. No era muy grande y todavía tenía mucho que crecer para ser una robusta palmera. Un hombre llegó hasta la palmera. No dejaba nada bueno en paz. Al ver a la joven palmera sintió el instinto de destruirla. Agarró una piedra pesada y la colocó en lo alto de la palmera. Y se marchó.
La joven palmera se estremeció y se dobló. Intentó liberarse de la piedra. Pero no lo logró. Estaba muy bien colocada. Pero la palmera era perseverante, y no se rindió. Hundió sus raíces en la tierra cada vez más profundamente. Con sus raíces llegó al agua subterránea del oasis y bebió y se hizo fuerte. Y creció y fue levantando la piedra. Llegó a ser la palmera más bella y más alta del todo el oasis.
Después de muchos años el hombre pasó otra vez por el oasis. Quería ver si el árbol estaba seco. Pero no estaba seco ni moribundo. Por el contrario, la palmera, que sobresalía y mostraba la piedra, le dijo al visitante: “Te doy las gracias porque tu maldad me ha hecho fuerte”

Porque la vida es muchas veces torbellino y tormenta. Porque nos encontramos en ocasiones heridos, cansados o inquietos. Porque descubrimos que somos frágiles, que no sabemos cómo seguir. Porque ante algunos retos nos falta valentía, empuje o firmeza... pidamos a Dios que nos haga fuertes...

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