Un hombre perdió su hacha y sospechó de su vecino. Observó su manera de caminar: exactamente como un ladrón. Observó su expresión: como la de un ladrón. Observó también su forma de hablar: igual a la de todos los ladrones que había conocido. En fin, todos los gestos y acciones del vecino lo denunciaban como culpable del hurto.
Pero más tarde el hombre encontró su hacha en el valle ¿otra persona la había robado y abandonado allí? ¿acaso se le había olvidado a él mismo en aquel lugar?
Desconcertado, cuando el hombre volvió a casa y vio a su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho parecían muy diferentes de los de un ladrón.
De esta forma, el hombre se arrepintió profundamente de su desconfianza y empezó a tener más cuidado de sus propios asuntos.
Procedencia: China
Todos ponemos filtros para mirar la realidad. Y eso hace que, en función de dichos filtros, la llenemos de innumerables matices. Pido a Dios que me ayude a mirar el mundo con ojos de quien cree y espera, con ojos de quien ama, con ojos de quien, viendo un ser humano, no se pone en guardia intuyendo siempre un enemigo.
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