Ir al contenido principal

Intuiciones: Dar un giro a nuestra vida


El tiempo de Cuaresma nos invita a dar un giro a nuestras vidas para que se produzca en ella una verdadera transformación. A esto también se le llama conversión. Ahora bien, para poder girar es necesario un eje sobre el cual realizar el giro. De otro modo corremos el riesgo de desparramarnos y que abandonar el movimiento para entrar en otro estadio cinético: la flotación; como una mancha de chapapote, que unas veces va a la deriva, y otras la lleva la marea.

Afirmado que necesitamos un eje, esperar que este no seamos nosotros mismos. Porqué si el eje somos nosotros mismos entonces no hay giro, sólo contorsionismo (movimiento anómalo del cuerpo o de parte de él, que origina una actitud forzada y a veces grotesca, dice el diccionario de la Academia). Grotesco, ridículo, eso es lo que conseguimos cuando pretendemos cambiarnos a nosotros mismos. Actitudes forzadas, no interiorizadas, que terminan por desaparecer, o lo que es peor todavía, por enquistarse.

La Cuaresma nos propone como eje al Dios de Jesús y nos invita a girarnos. En primer lugar, de nuestro narcisismo agotador. Dios nos llama a escuchar los gemidos de un mundo sufriente para que nos volvamos y nos detengamos: a auxiliar, a compartir. Se nos invita, también, a girarnos hacia el silencio: sobran palabras, mensajes, correos electrónicos, voces... nos llama al desierto. Para encontrarse con nosotros cara a cara. Se nos invita, una vez más, a girar del consumo, no para ahorrar, sino para generar misericordia. No para gastar con prudencia, sino para compartir, para dar, para vaciarnos. Y como no, se nos invita, también, a girar de la sospecha a la confianza. 

extr. José Ignacio García Jiménez, sj

Comentarios