Creo que una de las premisas clave en todo proceso de crecimiento personal es asumir que no siempre querer es poder y que tampoco si te esfuerzas conseguirás siempre lo que quieres. Pero, una vez llegados hasta ahí, también hay que aceptar que a veces, lo que tú consideras que es un sueño puede estar lejos de lo que esperabas. El problema es que si pones demasiadas esperanzas en conseguir algo que esperas que sea lo mejor del mundo, es bastante probable que te termine decepcionando. Que te encuentres henchido de satisfacción dos minutos, pero profundamente desolado ante el resultado.
No nos damos cuenta de que lo que realmente pesa en la vida, nos dirige y nos sana el vivir no tiene mucho que ver con el objetivo alcanzado. Se trata de la manera en que enfocas tus ganas, tus motivaciones y, al final, tus virtudes. Se trata de la forma en que das vida a lo que hay de Dios en ti. Porque es bueno tener objetivos, pero no es bueno sólo tenerlos a ellos.
adap. pastoralsj
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