Ir al contenido principal

Emocionario: Frustración


Si algo recuerdo de mi adolescencia es la dificultad que tenía para hacer frente a la frustración y digerir correctamente mis tropiezos. Cuando no alcanzaba lo que pretendía surgía en mí la aflicción, el enfado o el impulso de abandonar aquello que me había propuesto. Podía pasarme días en bucle, enfadada con el mundo y con los que me rodeaban, intentando dominar mi ira o buscando culpables a mis malas decisiones. Los adultos que me acompañaban me explicaban la necesidad de analizar todo aquello que me pasaba con tranquilidad, pero a mí me costaba mucho hacerles caso.

Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas y limitaciones que se encuentran en el camino diario con optimismo e intentar buscar soluciones. Aprender a adaptarse a los cambios, aceptar que no siempre vamos a ganar y solicitar ayuda cuando lo necesitemos sin que eso afecte nuestra autoestima. Superar los obstáculos con responsabilidad, inteligencia y determinación. La vida no es perfecta y tampoco controlable. Está repleta de desafíos diarios que van a exigir trabajo y nuestra mejor versión. Superemos las piedras que encontraremos en el camino con seguridad y atrevimiento. “Si quieres el arcoíris tienes que aguantar la lluvia”.

Comentarios