“Hablando es posible agradar a veces, pero escuchando se agrada siempre”.
- ¿Qué significa para ti agradar a los demás?
- ¿Crees que escuchar puede ser más valioso que hablar?
- ¿En tu día a día, cuánto espacio das para escuchar de verdad a los demás?
- ¿Te das cuenta de cómo cambia la relación cuando alguien te escucha con atención y sin interrumpir?
Escuchar no es solo oír palabras. Escuchar de verdad significa abrir los ojos, detener el ritmo, poner el corazón cerca del otro y dejar que lo que dice cale en lo más hondo de ti. Cuando hacemos esto, descubrimos cosas que antes no veíamos: preocupaciones, alegrías, dudas o sueños de los demás. ¿Y si en ese silencio atento, Dios quisiera mostrarte algo sobre la persona que tienes delante, o sobre ti mismo/a o sobre la vida misma? ¿Y si Jesús quisiera decirte algo, le escucharías? ¿Le ofreces en algún momento un silencio para que hable? Quién sabe, quizá te sorprenda la paz que desprende al conectar con Él.
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