¡Buenos días!
Dicen que sois la Generación Z, o quizás ya a mitad de camino de la Alfa. También dicen que sois hijos e hijas de un tiempo híbrido: medio real, medio digital; medio cara a cara, medio a través de una pantalla. Que habéis crecido entre una pandemia, vídeos cortos, memes y cambios sociales vertiginosos. Y, como todas las generaciones, habéis encontrado la manera de expresaros a vuestra manera. Habéis inventado un lenguaje propio –“bro”, “buguear”, “funar”, “aura”, “tipo”...– que no solo os identifica, sino que os une. Cada palabra, cada expresión, es un pedacito de vuestra forma de ser y de estar en el mundo.
De hecho, en unos años nadie hablará como vosotros. Será vuestra característica generacional, una huella irrepetible. Y esto es fascinante: significa que habéis sabido hacer del lenguaje un espacio de libertad, de pertenencia y de identidad. Cuando creáis nuevas palabras, no solo jugáis con sonidos y significados; estáis diciendo al mundo: así es como vemos la vida, así es como nos entendemos entre nosotros. Vuestro vocabulario es como un espejo: refleja vuestras emociones, vuestro humor, vuestros miedos, vuestras esperanzas.
Sin embargo, es importante recordar que amar vuestro lenguaje no significa rechazar el que ya existe. La cultura es la que heredamos, la que vivimos y la que creamos. Es necesario abrazarlas todas, porque de todas aprendemos. El lenguaje que habéis recibido (y recibís) os conecta con quienes os preceden, y el que inventáis os proyecta hacia el futuro. No hay uno mejor que el otro; basta con quererlos y usarlos cuando realmente expresen lo que queréis decir.
- ¿Cuál es la palabra que más usas o más te gusta de tu generación?
- Cuando haces uso de esta jerga, ¿comunicas lo que realmente quieres o solo repites lo que oyes decir?
- ¿Crees que hacer uso de este lenguaje construye puentes o levanta muros?
"De lo que rebosa el corazón habla la boca" o, dicho de otro modo: lo que decimos es el reflejo de lo que llevamos dentro. Son las palabras que dice Jesús en el Evangelio de Lucas. Quizá por eso Jesús no solo hablaba, sino que comunicaba vida: cada palabra suya curaba, perdonaba, hacía crecer. Visto desde esta perspectiva, quizá el reto no sea hablar mejor, sino hablar con verdad, ternura y autenticidad. ¿Crees que tus palabras comunican esto? ¿Te imaginas poder hacerlo? ¿Lo intentamos?
Que tengas un buen día.

Comentarios
Publicar un comentario
Comparte tu opinión de manera responsable y evita el anonimato: Escribe tu nombre, el curso y tu cole gabrielista. Muchas gracias.