¡Buenos días! Había una vez un pajarito llamado Lino que vivía en un bosque lleno de colores y sonidos. Lino tenía un problema: le daba miedo volar muy alto. Siempre se quedaba en las ramas bajas, mirando cómo los demás pájaros subían y bailaban entre las nubes. Un día, mientras el bosque dormía la siesta, Lino escuchó un suave murmullo. Al principio pensó que era el viento entre las hojas, pero no: era una voz muy dulce, como si viniera de dentro y de fuera a la vez. Frente a él apareció un pequeño espíritu de luz, tan diminuto como una semilla. —Hola, Lino —dijo el espíritu con voz tranquila—. Vengo a recordarte algo muy importante, solo tienes que cerrar los ojos y escuchar atentamente. De pronto, Lino empezó a oír otras voces: la de su mamá y papá diciéndole “confío en ti”, las de sus amigos diciendo “¡tú puedes!”, las de sus maestros diciendo “¡sabemos que puedes hacerlo!”. Todas esas palabras que había escuchado tantas veces y que él guardaba en el corazón sonaban ahora más clara...
Y, a veces, todo es tan sencillo como escuchar el viento que sopla por nosotros y extender con fuerza las alas.